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jueves, 1 de junio de 2017

PHotoESPAÑA 2017 en CentroCentro Cibeles con dos exposiciones hasta el 17 de septiembre



PHotoESPAÑA 2017. Festival internacional de fotografía y artes visuales inaugura hoy en CentroCentro dos exposiciones: Café Lehmitz, del sueco Anders Petersen y Pistas de baile, de la mexicana Teresa Margolles. Ambas muestras se incluyen dentro del programa La exaltación del ser, comisariado por Alberto García-Alix, una “carta blanca” con la que el Festival ha querido invitar al fotógrafo español a celebrar la vigésima edición de PHotoESPAÑA y en la que García-Alix ha seleccionado a “seis creadores que se alejan de la norma y se nutren de lo más íntimo y personal”.


Las dos exposiciones se podrán ver hasta el 17 de septiembre, en la planta 5 de CentroCentro, con acceso gratuito.

Café Lehmitz, obra clave en la historia de la fotografía urbana europea


Con 18 años, Anders Petersen (Estocolmo, 1944) viajó a Alemania y casi por casualidad descubrió este café del barrio rojo de Hamburgo quedando atrapado por el ambiente del lugar y las historias de sus habitantes. “En el cielo no hay cerveza, por eso la tomamos aquí”, con este cartel recibía a sus clientes el Café Lehmitz. Punto de encuentro y reunión del hampa de la ciudad alemana, prostitutas, travestis, proxenetas, delincuentes e indigentes se congregaban en este espacio en el que la barra nunca cerraba y en el que estaba permitido permanecer aunque no se pidiera ninguna consumición.

Petersen regresó a Hamburgo cinco años después y comenzó a fotografiar a estos personajes, iniciando su primer trabajo de autor, que con los años se convertiría en el más significativo y una obra clásica de su género. “Era la una de la mañana y yo estaba esperando a una amiga en el Café. El lugar estaba lleno de gente y no estaba sonando buena música. Un hombre se acercó a mí y me preguntó por mi cámara, que estaba sobre la mesa. Era una Nikon F y yo le dije que era buena. Él dijo ‘Yo tengo una mejor’. Levantamos nuestras cervezas y brindamos por ellas. Entonces nos pusimos a bailar con algunas damas. De repente, me di cuenta de que un grupo de personas habían cogido mi cámara y estaban sacándose fotos unos a otros. Me acerqué y les dije: ‘Por favor, sacadme una a mí porque es mi cámara’. ‘Vale’, dijeron, y me la devolvieron. Así que me saqué algunas fotos – y así fue como empecé a fotografiar en el Cafe Lehmitz”, explica Petersen.

Entre 1968 y 1970 retrató con una gran humanidad y cercanía a los habituales del local, fotografías “hechas con el corazón”, describe el propio autor, que, solo al final, al revisar los negativos, pasaban por su capacidad de análisis. Un retrato alejado de la compasión o la repulsa, que recrea el calor y la camaradería que se respiraba en el café en aquellos años. En sus imágenes el fotógrafo quiso retratar la “dignidad humana” que sentía como algo tangible entre los clientes del café. Asimismo, quiso mostrar las consecuencias de un sistema basado únicamente en el dinero, en el que las desigualdades crearon una clase de habitantes de segunda condenados al desahucio social. “Sabía que tenía que quedarme entre esas cuatro paredes y fotografiar a la gente. Sentí que el Lehmitz era un lugar único, un sitio de encuentro para débiles que se ofrecían mutuamente simpatía y comprensión, pero al mismo tiempo era el final del trayecto”, explica el autor.

En 1970 Petersen realizó su primera exposición individual en el propio Café con alrededor de 350 fotografías. La obra le procuró proyección internacional y definiría el estilo y trabajos posteriores de uno de los fotógrafos europeos más reconocidos por su forma personal, directa y sincera de acercarse a los sujetos y a las situaciones que retrata. Tras la publicación en 1978 del libro del mismo nombre, hoy icono de la historia de la fotografía, PHotoESPAÑA muestra ahora la totalidad del trabajo de Petersen en el café– los contactos, las historias, las relaciones–, permitiendo al espectador aproximarse más aún a su experiencia, a su aventura en ese universo extraordinario. Una oportunidad de vivir desde dentro una noche en el Café Lehmitz. El Lehmitz ya no existe, pero ese mundo distinto, ese entorno considerado asocial, revela aquí y ahora de nuevo toda su cohesión y su dignidad.

“Café Lehmitz es una obra generosa de humanidad compartida, un trabajo inolvidable, hasta provocar las lágrimas”, explica García-Alix. “La ópera prima de Anders Petersen, posee magia. Nos atrapa desde que traspasamos la puerta. Nos hipnotiza. La atmósfera es soberana. Anders se adueña del aire. Nos sumerge en vida. Mirada y latido de antropólogo, de naturalista. No juzga. Ni pone a su mirada pretenciosidad, ni artificio. La noche y su viaje. […] No es un cínico. Los quiere, es cómplice. Brinda y baila con ellos. Nos arrastra a seguirlos. Terminamos por conocerlos. Su fotografía les alienta a ser. Él ama a los que nunca se muestran. Los invisibles.[…] Los iguales comparten noche y templo. Son penitentes. Los del flagelo y la alegría. Soledad y fracaso. Sublimidad...[…]“.

La muestra está comisariada por Nicolás Combarro y cuenta con la colaboración de la Embajada de Suecia en España.

Sobre Anders Petersen
Nacido en 1944 en Estocolmo, Anders Petersen es uno de los fotógrafos europeos más destacados del panorama internacional. Creador de imágenes tan crudas como emocionantes, el retrato del ambiente noctámbulo y canalla del Café Lehmitz a finales de los setenta le convirtió en un clásico de la fotografía, con una gran influencia en multitud de autores. Posteriormente, Anders Petersen ha publicado una treintena de libros más, siempre retratando personajes y situaciones al límite, en las que inevitablemente se inmiscuye y de las que extrae imágenes tan rotundas como tiernas. Con un uso muy personal de la oscuridad y del blanco y negro, Petersen pasea su objetivo por los límites de la sociedad, los personajes al borde del abismo y las situaciones al margen de la ley. Por aquellos mundos a los que la sociedad no suele mirar y en los que él encuentra belleza.

Pistas de baile



En la última década, Teresa Margolles ha centrado su práctica artística en Ciudad Juárez, una de las ciudades más importantes del norte de México, conocida por las guerras entre carteles de la droga, desapariciones y los brutales asesinatos de cientos de mujeres, impunes debido a la inacción de las autoridades. Desde los años noventa, los sucesivos gobiernos han intentado recuperar el centro histórico llevando a cabo una limpieza social y desplazando, entre otros, a las sexoservidoras que trabajan en la zona. Casas y negocios han sido cerrados y demolidos a lo largo de los años, entre ellos numerosos clubes nocturnos y discotecas, debido a la guerra entre carteles de la droga, a las decisiones gubernamentales y a la especulación inmobiliaria.

La serie de fotografías que presenta ahora Margolles en CentroCentro muestra a trabajadoras sexuales transgénero de la ciudad, ocupando los restos de lo que antes fueron sus lugares de trabajo, pistas de baile de clubes nocturnos y discotecas que hoy han desaparecido. La artista ha trabajado en estrecha colaboración con ellas, lo que le ha permitido ahondar en las complejidades y dificultades que experimentan en su día a día – exclusión, discriminación y un alto índice de muertes por crímenes de odio–, y en sus esfuerzos para seguir habitando el centro histórico.

Para estas fotografías, Margolles señalizó las pistas de baile con agua, remarcando su ubicación exacta. Las figuras se vuelven parte de un paisaje en el que las ruinas y la devastación son protagonistas. No obstante, ellas muestran su mejor cara, como reafirmándose a sí mismas en medio de la violencia y la destrucción.

“Teresa Margolles toma el manierismo de la muerte y su casquería como semilla expresiva”, explica García-Alix.“[...]Además de ecléctica creadora, se formó como técnico forense en México. Así empezó, poniendo ciencia y luz sobre las causas del fallecimiento. El crimen como ventana. Por eso, su obra pone siempre su aliento en la violencia. Lo posa sobre su cruel naturaleza como si la frotara. Crisis y desmembramiento. Política y descomposición. Violencia y muerte. A estas trágicas presencias destructoras saca de su espacio oculto y periférico y las instala con piel y fluidos en el nuestro para que obren y respiren como denuncia y huella. La íntima comprensión de lo terrible se deja sentir. También su furia. Su obra grita al silencio y al trauma de la desaparición y su arbitrariedad. Y por derecho, acusa y enfrenta al poder político con esa realidad de luto y duelo que ha creado y que, además, fomenta. Cuestiona también nuestra comprensión y hasta nuestra sensibilidad farisea. Nos pone en entredicho por no ver ni tomar conciencia ni posición ante la injusticia social o de género y la agresividad que le pertenece”.

Sobre Teresa Margolles
Teresa Margolles (Culiacán, México, 1963) estudió Arte en la Dirección de Fomento de la Cultura Regional del Estado de Sinaloa. En 1990 se diploma en Medicina Forense en Servicio Mexicano Forense y más tarde, en 1995, estudia Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional Autónoma de México. Su obra artística se centra en explorar las causas sociales y consecuencias de la muerte.

Fue cofundadora del grupo SEMEFO – iniciales del Servicio Médico Forense mexicano- con el que exploró la descomposición de cadáveres, los objetos utilizados en el proceso forense, las pertenencias de los cuerpos y los cuerpos mismos, como materia esencial para tratar la violencia social y la muerte en México. Parte de su trabajo se concentra en recolectar imágenes, materiales, material orgánico y objetos que hacen referencia a las interacciones humanas, los rastros de vida, los restos y huellas que deja la violencia, y cómo se afectan las redes humanas a través de ella.

La violencia más cruda contra las personas transgénero es también visible en un proyecto paralelo a Pistas de baile, en el que la artista aborda el brutal asesinato de una de las transexuales de Ciudad Juárez, Karla, quien fue golpeada hasta la muerte en diciembre de 2015. Su asesinato aún está impune.

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