Patrimonio Nacional ha inaugurado hoy una exposición temporal inédita que se podrá visitar en la planta –3 de la Galería de las Colecciones Reales hasta el 28 de septiembre. Iconografía del mal. Tapices de los pecados capitales exhibe 10 tapices fabricados en el siglo XVI en Flandes que descubrirán al público la función representativa que tuvo el arte textil en la Corte. La visita está incluida en la entrada general del museo y, además, existe la opción de acceder solo a la exposición comprando una entrada que tiene un precio de 6 €.
Los diez tapices, seleccionados con sumo cuidado para esta muestra temporal, representan una de las etapas más brillantes en la historia del arte textil. Cada tapiz muestra un pecado y su virtud opuesta: la caridad frente a la avaricia, la castidad contra la lujuria, la paciencia ante la ira, la templanza en oposición a la gula, la generosidad como antídoto de la envidia y la diligencia para combatir la pereza. Sus cenefas y medallones con inscripciones en latín refuerzan el mensaje que advierte sobre los peligros de caer en los pecados capitales.
Felipe II los adquirió en el siglo XVI y desde entonces forman parte de las Colecciones Reales. Cuatro paños proceden de la colección de su tía, María de Hungría, quien los encargó para decorar el Palacio de Binche (Bruselas) con motivo de la visita del emperador Carlos V. La segunda serie, que perteneció al conde de Egmont, está compuesta por seis tapices. Fueron confeccionados en los talleres de Wilhelm Pannemaker en Bruselas a partir de los diseños de Pieter Coecke van Aelst, en un contexto donde los reyes españoles de la Casa de Austria dominaban también en los Países Bajos, el principal centro productor de tapices en la Europa renacentista.
La museografía de la exposición, comisariada por el conservador Roberto Muñoz Martín, permite apreciar las variaciones en la representación de un mismo pecado en las dos series de tapices, mostrando así las diferentes narrativas visuales y códigos éticos de la época. Además de su riqueza simbólica, repleta de alegorías, carros triunfales y paisajes imaginarios, los tapices destacan por la calidad de materiales, pues se confeccionaron con las mejores lanas, hilos metálicos y sedas.
El universo de los tapices reales
La muestra temporal, en la que colabora la Comunidad de Madrid, propone un recorrido dividido en cinco secciones temáticas que ayudarán a entender la simbología de los tapices, qué papel jugaron en la Corte como vehículo de enseñanza moral y de afirmación del poder real y la evolución del gusto por los tapices en España. La museografía incluye, junto a los diez paños sobre los pecados capitales, otras obras de arte como pinturas, estampas o relieves. Para complementar la visita, la institución ha publicado una monografía sobre la muestra y la web de la Galería le dedica un micrositio específico.
Además, Patrimonio Nacional presenta una nueva adquisición: Retrato de Mariana de Neoburgo como viuda (Van Kessel, 1701-1706). La exposición también exhibe dos préstamos. El primero es un manuscrito de la Biblioteca Nacional de España, fechado entre 1546 y 1553, que habla de la importancia de los tapices de los pecados capitales tejidos por Pannemaker. El otro préstamo es un cuadro de la Colección Abelló que refleja la función de los tapices en los actos ceremoniales, titulado Ornato de la puerta de Guadalajara para la entrada de Carlos III en Madrid (atribuido a Lorenzo Quirós, 1760).
Un legado textil único en el mundo
La colección de tapices que guarda Patrimonio Nacional se considera una de las más importantes del mundo por el número de piezas, con más de 3.000 tapices, y su singularidad. Destacan en el conjunto 500 tapices de manufactura flamenca realizados en los siglos XVI-XVII y otros 800 paños tejidos en la Real Fábrica de Tapices durante el siglo XVIII. La colección debe su origen a Isabel la Católica y al emperador Carlos V, aunque se consolidó algo más tarde, durante el reinado de Felipe II, quien convirtió el tapiz en uno de los lenguajes visuales del poder monárquico.
Los tapices se usaban para vestir las estancias principales del Palacio Real de Madrid durante las ceremonias oficiales; también decoraron los palacios de Aranjuez, El Pardo o el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, que los reyes habitaron por temporadas conocidas como Jornadas Reales. Hoy, los paños conservados en las Colecciones Reales se han convertido en una de las mejores referencias para el estudio y la preservación del patrimonio textil mundial.
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