lunes, 25 de marzo de 2019

'Madrid, ciudad educadora 1898/1938 – Memoria de la Escuela Pública' exposición en el Museo de Historia

Recuperar la memoria y descubrir la historia de los numerosos centros escolares públicos que abrieron sus puertas en Madrid durante el primer tercio del siglo XX es el objetivo de “Madrid, ciudad educadora 1898/1938 – Memoria de la Escuela Pública”. Una exposición que muestra un momento de la historia de la ciudad de Madrid, en parte olvidado y del que la ciudadanía debería sentirse orgullosa, considerado como un referente del proceso de renovación pedagógico que fue fundamental para la modernización del sistema educativo español.



El Museo de Historia acoge esta muestra desde el 23 de marzo hasta el 1 de septiembre, organizada por la oficina de Derechos Humanos y Memoria del Ayuntamiento de Madrid con el comisariado de la Fundación Ángel Llorca y la catedrática de Historia de la Educación María del Mar del Pozo y la colaboración de más de 30 Escuelas Históricas Madrileñas.


La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, acompañada de la delegada del Área de Equidad, Derechos Sociales y Empleo, Marta Higueras; el tercer teniente de Alcalde y responsable de la oficina de Derechos Humanos y Memoria del Ayuntamiento de Madrid, Mauricio Valiente; y María del Mar del Pozo han visitado la exposición.

Madrid, ciudad educadora


La exposición recupera la memoria de las decenas de grupos escolares que se construyeron en Madrid durante el primer tercio del siglo XX desde una mirada pedagógica, es decir, reconstruyendo las prácticas escolares y la vida cotidiana de sus protagonistas a través de una gran cantidad de objetos y material didáctico que forma parte del patrimonio de los propios centros que continúan dando servicio como colegios públicos, junto a una gran colección de fotografías y de material audiovisual.

Madrid ciudad educadora realiza un recorrido didáctico por la historia de la enseñanza madrileña desde 1898, introduciendo al visitante, en primer lugar, en el concepto del regeneracionismo, que tras el desastre de 1898 apuntaba a la educación como una de las vías para transformar la sociedad, convirtiendo la “España vieja” en la “España nueva” a través de la educación primaria.

Posteriormente se desarrollan los diferentes planes que se pusieron en marcha para promover la construcción de los grupos escolares, a veces financiados por el Estado, otras veces por el Ayuntamiento de Madrid y en otros casos, de forma conjunta, y que permitieron que desde 1902 y hasta 1938 se edificaran o se rehabilitaran 83 grupos escolares, muchos de los cuales continúan prestando servicio como colegios públicos.

La Escuela graduada


La mayor parte del espacio expositivo está dedicado a mostrar las innovaciones que trajo la incorporación de la escuela graduada, en lugar de la escuela unitaria, al sistema de educación público. El relevo de la escuela unitaria, constituida por una sola clase con un único maestro para todos los alumnos de todas las edades, por una escuela graduada, con varias clases o grados y varios maestros al frente, supuso el reto fundamental al que se tuvo que enfrentar la educación española (y la mayoría de países occidentales) durante el primer tercio del siglo XX para abordar su modernización.



Este cambio implicaba no solo un importante cambio de mentalidad en los métodos de trabajo de los maestros, sino también nuevos espacios y nuevos materiales didácticos: desde nuevos espacios escolares, (aulas separadas, bibliotecas, laboratorios, talleres o gimnasios) y sociales, (patios, salas de baño y duchas, servicios médicos, comedores e incluso piscinas), pasando por la incorporación de las aulas colaborativas con mobiliario que permitiese a los alumnos trabajar en grupo.

Dentro de estos nuevos espacios escolares, el patio de recreo merece un apartado especial, ya que era un desconocido en España y gracias a que todos los grupos escolares que se construyeron en esa época contaban con uno e incluso con azoteas habilitadas para el esparcimiento de los niños y niñas, se introdujo el juego libre, así como las clases al aire libre dentro de la actividad escolar diaria.

Por último, dentro del apartado dedicado a la escuela graduada, se dedica una atención especial al “tiempo”: por un lado, en cuanto a la duración de la estancia en la escuela, por otro la clasificación de los estudiantes en grupos y en tercer lugar, la incorporación, por primera vez, de horarios que establecían las actividades que se tenían que desarrollar dentro de las escuelas, que debían abrir sus puertas doce horas diarias, incluidos sábados y domingos.

Todas estas innovaciones se fueron implantando de forma muy tímida con los Gobiernos del reinado de Alfonso XIII y de forma decisiva a partir de 1931 con la llegada del primer Gobierno republicano, que intensificó la construcción de edificios escolares, reformó y amplió muchos de los que ya existían, mejoró la formación del magisterio y apoyó las experiencias transformadoras y los proyectos educativos innovadores que habían iniciado muchos maestros y maestras en la década anterior.

La escuela pública en un Madrid en guerra


La última sala de la muestra está dedicada a explicar cómo todo este esfuerzo innovador y reformador de la educación que se había iniciado especialmente durante los primeros años de la II República se veía truncado por la Guerra Civil. Un relato de lo que sucedió en Madrid, donde se tuvieron que habilitar residencias infantiles para atender a los niños que vagaban por las calles, narrado a través de la prensa de la época, fotografías, dibujos de los niños, testimonios de maestras y maestros e imágenes de la Filmoteca Nacional.

De forma especial, la exposición quiere recordar el trabajo de tres maestras y dos maestros que se interesaron por la innovación pedagógica, que viajaron por Europa en busca de nuevas prácticas escolares y proyectos educativos, que accedieron a la dirección de centros escolares de Madrid con la idea de cambiar la educación en España, y que, finalmente, adoptaron distintas posiciones frente a la sublevación militar de julio de 1936. Son las cinco historias de vida de Sidonio Pintado, Justa Freire, Estrella Cortichs, Asunción Rincón y Eduardo Canto.


Coloquio entre Manuela Carmena y Almudena Grandes


La comitiva ha realizado una visita por las diferentes partes de la exposición y a continuación se ha trasladado a la Escuela Municipal de Música María Dolores Pradera, en cuyo salón de actos se ha celebrado un coloquio.

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha comenzado su intervención agradeciendo a Mauricio Valiente “el impresionante trabajo” que ha realizado la Oficina de Derechos Humanos y Memoria del Ayuntamiento y ha señalado: “La memoria de la educación es esencial. Somos lo que nos educan. A mí de siempre me ha entusiasmado leer sobre las biografías de las infancias, porque creo que explican muy bien las personas adultas en las que nos llegamos a convertir”.

La gran transformación que puede experimentar una sociedad –ha continuado la alcaldesa- se debe a muchos factores, pero sin duda la educación es uno absolutamente determinante”.

La escritora Almudena Grandes por su parte ha explicado que ha salido de la exposición “con dos sentimientos complementarios: con mucha melancolía y mucho orgullo. Melancolía porque una sale de la exposición pensando lo importante y bonito que podría haber sido ese periodo que comenzó en 1931, pero también orgullo, porque la pedagogía de la República y la ciudadanía de Madrid fue un ejemplo para el mundo”.

La catedrática de Historia de la Educación, María del Mar del Pozo, ha mostrado su satisfacción porque esta exposición “habla de memoria, de identidad y de ciudadanía, y son palabras que han salido desde el principio en este coloquio”.

“Me parece importantísimo hablar de memoria porque esta exposición recurre a la memoria de las maestras y maestros que educaron en las escuelas a niñas y niños a lo que inculcaron la cultura de Madrid, a quienes querían dotarles de una identidad y convertirlos en una ciudadanía consciente de sus derechos y sus deberes”, ha indicado la catedrática.

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