El Rastro es la columna vertebral del número de abril. Imposible de disociar del maestro de las greguerías, Ramón Gómez de la Serna, en manos del Sr. García. Un lugar de búsqueda y de encuentro, de cómo era y esperamos que volverá a ser en poco tiempo, dibujado por Jacobo Pérez-Enciso; con unos orígenes repletos de anécdotas, contadas por Jorge Arranz; de múltiples personajes, algunos de ellos, como Carlos Saura, ilustrados por Fernando Vicente; de recuerdos del underground y del colectivo Cascorro Factory fundado en 1976 por Ceesepe y Alberto García Alix –Ana Galvañ–; de mucha literatura, y en especial destacamos la figura de Victorina Durán, autora de “El Rastro. Vida de lo inanimado”, donde aprendió de Valle-Inclán a “conocer y amar el alma de las cosas muertas”, por Teresa Novoa.
Es el reino del cutrelux de Paco Clavel –Alexandra España–; de lo más vintage; de historias y leyendas, contadas como se las contaron a Javier Olivares; de bocacalles estrechas y empinadas que forman un mundo como imaginamos el mapa de Daniel Diosdado; un barrio para encontrar “las huellas a punto de perderse” de la ciudad y “para los que siempre buscan”, en palabras de Andrés Trapiello. Un lugar lleno de vida que abre todos los días. Como escribía Victorina, “en El Rastro están muchas vidas. Todo en él son la vida de todos”.
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